MOCCDirección 18_Actividad Módulo C.Primera parte
La Dirección Estratégica o Planificación Estratégica la podemos
definir, a los efectos del presente módulo, como la capacidad de respuesta de una
organización a los escenarios previstos en una situación paradójicamente
difícil de predecir por fluctuante y compleja, con una temporización superior a
tres años. Este marco temporal de planificación en muchas instituciones
culturales que conozco se plantea al menos por cinco años, siendo un marco
temporal suficiente para implementar las políticas, actuaciones y acciones
planificadas con garantías de poder evaluar sus resultados.
Siguiendo los
razonamientos de John P. Kottler, a los actuales condicionantes de fluctuación,
variabilidad e incertidumbre sólo puede convenir a una efectiva planificación
estratégica la definición de bases sólidas sobre principios generales, como: la visión, misión y valores de una
organización e institución. Personalmente, me parece un argumento
incuestionable que una definición clara de la visión de una organización o
institución, sobre valores muy concretos y expresados de forma simple, reporta
dos ventajas nada desdeñables: la primera, que simplifica y precisa la definición de los
cambios que deseamos alcanzar en ese marco futuro de implementación; y, en
segundo lugar, facilita la comprensión del grupo humano necesario a su
ejecución sobre lo que se espera de ellos y cuál es el destino de su esfuerzo.
La definición de una misión de la organización e
institución, sobre la visión y valores que se definan como marco universal de
éstas, es decir, sus bases conceptuales, ideológicas, políticas, sociales y
culturales sobre las que se sustenta, son garantía para una Dirección por Valores, garante de la implicación
que encontremos en el equipo humano para colaborar, imbricarse y comprometerse
con el proyecto a desarrollar. Completamente de acuerdo con la idea de que la
Dirección por Valores nos potencia: la legitimación, cohesión y credibilidad de
la organización e institución y su equipo directivo ante sí mismo, sus
colaboradores y la sociedad en su conjunto; la humanización de la organización en base a la
valoración de las personas integradas en ella; la participativa construcción de una
idea ilusionante y ética de la dirección hacia la que se dirige y cuáles son
sus compromisos sobre las reglas de juego —que en la Administración Pública supone una
inapelable legalidad, es decir, el estricto cumplimiento de los preceptos
legales y de derecho—; y, como consecuencia de todas ellas, la equilibrada
convivencia de una salud económica, emocional y ética de la organización o
institución, generando una armonía y felicidad interna, que considero nada ingenuas.
Centrándonos en la
definición de las misiones de organizaciones e instituciones que me resulten cercanas a mi
integración en el Cuerpo Superior Facultativo de Conservadores de Museos de la Junta de Andalucía, me ha
llamado la atención la misión del Museo dependiente del Instituto Nacional de
Administración Pública (INAP).
El INAP instituyó en
1961 un Museo Histórico de la
Administración Española (MHA) como complemento de la labor que venía
desarrollando la biblioteca del antiguo Instituto Nacional de Administración
Pública, en la difusión de los valiosos fondos bibliográficos tutelados,
ocupando el edificio en Madrid de la antigua Universidad de Alcalá de Henares.
Del texto presentado en la página seleccionada, se desprende la misión de dicha
institución:
La exposición permanente y la programación de exposiciones temporales
como instrumentos idóneos para la difusión del estimable fondo patrimonial
del INAP, conforman el núcleo de actividad del museo de la institución.
Así,
la organización de una exposición permanente de sus fondos y un programa de
exposiciones temporales son los instrumentos empleados por el personal para la
difusión social de los fondos de los bienes culturales del INAP, a los que deben
añadirse la visión y valores que presidan dicha misión.
Otras
instituciones presentan en sus páginas textos bajo la estricta definición de “La
Misión”, como es el caso del madrileño Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Mientras otros la icorporan en su actual Carta de Servicios, como la que
ha incluido en su página el también madrileño Museo Nacional del Prado.
El Programa Expositivo del Plan
Museológico del Museo de Málaga, Mayo 2011 (revisión julio 2012) también desarrolló
en su apartado “Idiosincracia del Museo de Málaga. Su misión” un amplio texto,
donde se explicaba que la especificidad del museo se fundamenta en su
colección, la historia de la institución y su indiscutible reconocimiento
social, rasgos que comparten todos aquellos antiguos museos provinciales, de
titularidad estatal y hoy mayoritariamente transferida su gestión a las
Administraciones Autónomas, creados en torno a las desamortizaciones del siglo
XIX o a las políticas museológicas de principios del siglo XX.
En
este sentido, es expresivo el texto que continúa la idea de misión de la
institución, que transcribo por el interés de la cita:
En nuestro caso, éste es por excelencia, el
museo de la ciudad, su museo histórico, el que está más capacitado para exponer
o reflexionar sobre la historia local. Sus colecciones tienen intrínsecamente
un indiscutible valor patrimonial, no porque se lo otorgue la norma
administrativa, sino, también, porque así se lo reconoce la ciudadanía. El
Museo de Málaga es el ADN de la ciudad,
gran parte de la historia local se recoge en esta institución. Este papel lo
comparte con otros hitos patrimoniales inmuebles de la ciudad, pero no con
otros museos. Estas señas de identidad deben determinar su orientación.
Por mostrar una definición clara y concisa de la misión de
la institución podemos decir que: el Museo de Málaga es la institución pública,
sin ánimo de lucro, dedicada a la tutela, conservación, investigación y
difusión pública de bienes culturales especialmente provinciales para el
estudio, educación y disfrute de la sociedad en su conjunto en condiciones de objetividad,
no discriminación y paridad de género.


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